Logo EntreLibros
#21 | SEPTIEMBRE 2021 | Sumario

Tomando nota(s)

Azucena Zanón

"El cuerpo […] no existe más sino por su goce.[…] Es una superficie
topológica sobre la que se inscribe el impacto de lalengua. Es ahí que vendrá a
alojarse la escritura […] para introducir […] un borde directo con el goce."
Eric Laurent, Escritura ◊ goce.

Escritura, letra, interés de Lacan desde el comienzo de su enseñanza; podemos ubicar en relación a ello cómo pensar la dirección de la cura, las intervenciones del analista y, por supuesto, el final de análisis. Siempre letra y escritura en relación al agujero; sea para llenarlo en las lagunas de historia, sea para señalar el borde en relación al objeto o en relación al sinthome.

En su intento de "fijar ideas" escribe esquemas, grafos y matemas; escribe las fórmulas de los discursos, por ejemplo. Cuando insistía en que al menos uno no fuese del semblante, desde el avión a su regreso de Japón, en el paisaje lee lo que formalizará en un escrito.

Quien consulta va al encuentro de alguien que esté dispuesto a escucharlo, espera que interprete el sentido de su padecimiento que por sí mismo no ha podido develar; desconoce que el inconsciente es el que interpreta y, en tanto interpreta, trabaja para el goce.[1]

Queda oculto, tras las palabras, que el analista –en lo que escucha– puntúa, recorta, equivoca, acentúa; es decir, lee. El analizante descubre que se trata de lectura por parte del analista, pero también que él hace una lectura tanto de su historia como de lo que dice el analista. No sin angustia –porque en psicoanálisis no se lee sin un cuerpo– se encontrará implicado en esas lecturas.

Se le revelarán así otras lecturas posibles de lo que creyó escrito indeleble a causa del Otro, lo que lo llevó a consulta.

Largo proceso que lleva a que, a quien el sujeto supuso escritor de su destino haya sido manipulado por él. Lectura del analista que apunta, no al campo del conocimiento, sino a lo que el aprendiz de lector se niega a saber: el goce atribuido al Otro está de su lado.

Un axioma se descubrirá "familiar", y, como con un resaltador, surgirá la incidencia de esa frase en la historia. A partir de la conmoción que produce "el debilitamiento" del losange -que insistía en una relación para encubrir otra imposible- cae el velo que era el fantasma y se abre una ventana a lo real. Acerca de lo que Florencia Dassen dice: "efecto de escritura en el cuerpo, cesa cierto embaucamiento en las imágenes, se perfora lo representable…".

Supongo el entusiasmo de Lacan al leer los efectos de erosión causados por la ruptura de los semblantes, a partir de lo cual puede decir en Lituraterre* que la escritura hace litoral. Es el abarrancamiento del significado, hecho de restos, que hace un agujero en el saber y aloja goce.

"Lo que se evoca de goce cuando se rompe un semblante es lo que en lo real se presenta como erosión. De ahí que la escritura pueda considerarse en lo real la erosión del significado, es decir, lo que llovió del semblante en la medida en que eso es lo que constituye el significado […] La escritura, la letra está en lo real y el significante en lo simbólico.[2]

Punto de llegada y partida. Tiene allí, en la punta de los dedos, el Haiuno y sus tres a punto de anudarse para lo que se sirve del nudo de los Borromeo que le es presentado cuando da el seminario que abre a su última enseñanza. Sus tres, como cordeles de cuerda, se anudarán y desanudarán en sus manos, agregará el cuarto. Hace del nudo escritura. "Esta escritura sostiene lo real".[3]

Afirma que "Todo lo que está escrito parte del hecho de que será siempre imposible escribir como tal la relación sexual".[4]

Separados letra y significante y concluyendo que este produce goce, se abre el campo del no-todo, goce más allá del falo, que implica Haiuno y un cuerpo. Cuerpo en que un decir resuena, lo que lo distingue como cuerpo del ser hablante.[5]

El trauma, troumatismo, surge del encuentro de un cuerpo con los unos de lalengua. "Será sobre el cuerpo que se escribirán las marcas de lalengua con consecuencias sobre el tratamiento del goce que la biología lacaniana, según la expresión de Jacques-Alain Miller, explora".[6]

Encuentro contingente, con el goce; la respuesta al trauma es responsabilidad del sujeto y porque depende de su respuesta, esta puede ser reescrita en y por el análisis y no ser destino.

Algunos AE manifiestan que la significación del trauma estuvo siempre allí; ante la caída de la barra sobre A, –constatación ineludible que no hay Otro del Otro– la marca de los unos de lalangue queda del lado del parlêtre, huella escrita en el cuerpo, pudiendo hacer una escritura nueva.

Según los testimonios, el analizante se aviene a lo imposible de la junción que hace de dos uno, a que no hay todo, que hay Uno... Lee –y algo cesa de no escribirse– su sinthoma que nombrará con un nuevo significante que no tiene par: pelearLa, roncadera, rinoceronte, ser el soplo que le faltaba al padre.

El síntoma es letra de goce y por lo tanto se trata de un proceso de escritura. "En la experiencia analítica, podemos seguir el trabajo del texto que reduce los límites de significado, a la inscripción de una letra y el anclaje a un significante que se produce".[7]

En su último testimonio, Fernando Vitale traza un arco "del equívoco inaugural que marcó el pasaje al diván recortando la frase el tío bolas nació sentado, al eso siempre estuvo, vos no estabas ahí del final. Lo que esas interpretaciones escribieron en el cuerpo tienen, por supuesto, algo de indecible".[8]

Aclara, en su conversación con Alejandro Reinoso, que es efecto de que no todo se reduce al goce fálico lo que produce la posibilidad de leer; el efecto de alegría producido por el equívoco que no entendía a la entrada puede leerlo a la salida. La experiencia de cuerpo, indecible, está dada por la lectura.

F. Vitale dice que decidió no continuar buscando sentido.

¿Qué detiene a alguien a seguir en esa búsqueda? Presumo que pasar de la insistencia en el sentido al uso del saber hacer con indica la dirección. Queda un hacer con eso de la buena manera, un saber hacer con lo más singular de cada uno.

Si en Aún, Lacan dice que en el discurso analítico no se trata sino de lo que se lee más allá de lo que se ha incitado al sujeto a decir, más adelante en su enseñanza agrega que "[…] ni en lo que dice el analizante ni en lo que dice el analista hay otra cosa que escritura".[9]

En Noches… de la Escuela, se planteó la transferencia no sólo del lado del analizante, también del lado el analista que transfiere su saber leer. "Lo que digo de la transferencia es el supuesto-saber-leer-de-otro-modo".[10]

Ese saber leer de otro modo es lo que el analista transmite al analizante con una condición: "[…] si el analista sabe él mismo lo que quiere".[11]

NOTAS

* A partir de la separación de letra y significante, Lacan hará evidente esta diferencia en los nombres de sus seminarios, en nuevas invenciones como sinthome, lalengua, en títulos de sus escritos, empezando por Lituratierra. (Otros escritos, Editorial Paidós, pp.19-29)

  1. Miller, J.-A.: "L´envers de l´interprétation", en La cause freudianne, n° 32, febrero 1996. Traducción Miquel Bassols, https://psicoanalisislacaniano.com/la-interpretacion-al-reves/
  2. Lacan, J., El seminario, Libro 18, De un discurso que no fuese semblante, Paidós, Bs. As., 2009, p. 113.
  3. Lacan, J., clase 17/12/74, Seminario 22, "R.S.I", inédito.
  4. Lacan, J.: El seminario, libro 20, Aún, Paidós, Bs. As., 1981, p. 46.
  5. Miller, J-A, "Leer un síntoma", Revista Lacaniana de Psicoanálisis N° 12, Grama, Bs. As., abril 2012.
  6. Laurent, E.: Un lugar para l´alengua, Conferencia en Bruselas, 13 julio 2019, inédita.
  7. Ibíd.
  8. Noches de Enseñanza del Pase. 22 de junio 2021, Último testimonio de Fernando Vitale, inédito
  9. Lacan, J., clase del 20 /12/ 77, Seminario 25, "El momento de concluir", inédito.
  10. Lacan, J., clase del 10/01/78, Seminario 25, op. cit.
  11. Lacan, J., clase del 20 /12/ 77, Seminario 25, op. cit.