Dos consentimientos

"...Lo que no cesa de no escribirse, que es lo imposible,
súbitamente cesa de no escribirse".
Jaques-Alain Miller[1]

Un nombre, no digo El nombre, tiene algo de imposible ya que por definición aquello que quiere definir se fuga. La fuga del sentido es la razón primera de todos los nombres. Que se escriba de manera súbita algo de lo imposible es un efecto de la contingencia. En un análisis se examina la fuga de los nombres hacia el pasado, que llamamos historia y la fuga de los nombres hacia el futuro, que llamamos deseo. El instante del fantasma es la estabilización ego-sintónica que nombra el nombre de las múltiples respuestas del sujeto al che vuoi?: historia y deseo se condensan en una escritura fundamental que da cuenta de la estructura moebiana entre sujeto y Otro. Se trata de un paso nodal en el recorrido al nivel de los significantes. Pero ¿se rinde la pulsión? ¿Entrega sus armas? La pregunta de Jacques Lacan en su Seminario 11, "¿Cómo puede un sujeto que ha atravesado el fantasma radical vivir la pulsión? [2] deviene una pregunta por lo vivo. Es ahí donde el deseo del analista debe encarnar la contingencia como la cara Real del goce.

Ubico un primer consentimiento en el gusto de ir más allá del atravesamiento del fantasma.

Eso cesa de no escribirse, si, pero en la medida que el nombre producido en el final del análisis es un consentimiento a la fuga. Esta vez la fuga no es solo por la recta infinita, sino que la recta se corta por una perpendicular entre S1 y a. El nombre del sinthome es el consentimiento al hecho que el saber hacer no funciona como una solución prêt-à-porter si no, por lo contrario, el agregado del saber-hacer-allí es que se trata de un arreglo contingente con lo imposible de soportar.

Soportar que sea solo un nombre, inestable y sin garantía ninguna de eternidad es el segundo consentimiento.

Permitámonos el decir tontopoético que resuena en el hecho de que, si hay un nuevo amor, una vez que se ha terminado el análisis, es un efecto de estos dos consentimientos. O, de otra manera, "dos, con sentimientos tontopoéticos" es una escritura que propongo para transmitir lo que súbitamente cesa de no escribirse.