¿Soy lo que soy?

El sujeto del inconsciente y el yo

Hay una diferencia clínica entre la subjetivación vía la mediación o vía la inmediatez.

La mediación significa que es vía el Otro como adviene el sujeto, mientras que la inmediatez de la identidad desconoce la incidencia del Otro y deja al sujeto ligado al goce de su unicidad.

Lacan sitúa allí el obstáculo del "orgullo" (goce yoico de la unicidad).

Es la "locura fálica"": "Creerse otro que el que se es" y "creerse el mismo" (las fórmulas que plantea Lacan en relación a la función de desconocimiento del yo) se condensa en "creerse el falo".

Es la "infatuación" que carece de la referencia al Otro. Este desconocimiento yoico es un delirio de identidad.

La confusión del sujeto y el yo en la actualidad

Cuando la determinación simbólica está en cuestión, coyuntura propia de nuestro tiempo, aparece otro modo de subjetivación que se caracteriza por una pregnancia de lo imaginario y un empuje de lo real.

La pregnancia imaginaria implica una idea de completud, en la que no se pone en juego la falta. El yo aparece idéntico a sí mismo, sin la mediación del Otro, expuesto a la "locura" de creerse ser.

Se trata de una nominación, un lugar en el casillero social, un título, y como tal, debe ser completo y sin fisuras, características propias del mundo de los objetos.

El efecto de la imagen, del ver y ser visto, ocupa un lugar preponderante (acrecentado exponencialmente con el avance tecnológico).

La contabilización de los like, de los "vistos", de los "compartidos" en las redes no implica sólo la aceptación o no de los otros sino que significa un lugar en el mundo. O un "no lugar".

En la clínica con adolescentes y jóvenes vemos la incidencia determinante de la mirada, en la que no se trata de una actividad que se pueda realizar o no, sino que implica una cuestión de "ser".

En relación a la incidencia de lo real ubicamos el efecto de "lo real sobre lo real del cuerpo".

La "coalescencia" con los objetos, implica que no se trata de que se pueda tener o carecer de algo, sino que significa lo que se es: "consumo X, entonces, soy Y":

a→$→S1

A partir de lo consumido (a), el individuo desorientado ($), inventa sus propios significantes amo (S1) que le dan un "ser":

"Uso Tick Tock, soy Ticktocker", "Uso You Tube, Soy Youtuber".

Esto lo vemos reflejado en fenómenos actuales: la Psico-farmacologización de la vida cotidiana (el fármaco es incorporado en la rutina, con automedicación generalizada y desde edades muy tempranas), en los tatuajes, piercing, cortes y cirugías estéticas.

Como el objeto lo ofrece el mercado, el lazo al otro pierde interés.

El sujeto contemporáneo así, vive la ilusión de que puede ser quien quiere ser, que puede elegir conscientemente sin ataduras ni determinaciones. Sin contingencias.

Se trata de individuos que no cuentan con identificaciones varias y variables sino identidades rígidas que arman el "ser" del sujeto, que cree ser lo que es. Individuos infatuados y orgullosos de su yo.

El yo otaku

Comentaré brevemente el fenómeno Otaku ya que refleja lo anteriormente comentado.

Se trata de soluciones prêt à porter, que ofrece identidades, nuevos nombres y nuevas prácticas sin el soporte del discurso de la tradición.

Se fabrican digitalmente ídolos que los fanáticos emulan, encarnan y se representan así socialmente. Son simulacros, en los que se evapora la diferencia entre el original y las copias.

No hay identificación al rasgo unario (lo que le daría al sujeto un estilo singular).

Hay un dato de traducción muy interesante: término Otaku tiene que ver con el "tu" que alude a lo más familiar. O sea, aquello que constituyó el Nombre del Padre, la familia, hoy se inventa tecnológicamente y se arma una práctica en inmanencia del grupo, creando una zona reducida de certeza.

Esto funciona como solución a la relación con el propio cuerpo y el lazo con los otros.

En lugar de identificaciones, una identidad sin Otro, por simulacro que otorga la ilusión de creer ser el que se quiere ser.

Acaso esto sea un nuevo desafío para el psicoanálisis: cómo re situar las ataduras propias e inevitables del sujeto humano.