Alfonsina y su ola audaz
"se quita los guantes y se prepara para las preguntas.
Qué haría si fuera hombre es la primera.
"Comportarme como la mejor mujer",
la respuesta no se hace esperar."[1]
Desde chica la imaginé metiéndose al mar lentamente, melancólica, buscando la muerte y soportando lo siniestro de tal decisión, yéndose de la peor manera.
Nada más lejos.
Conocí a la verdadera Alfonsina Storni y esto se lo debo a Francisco Lumerman, quien tuvo la increíble generosidad de prestarme un rato el libreto,[2] disfrutable en cada letra, punto, coma, nombre y descripción.
La obra
La obra original de Alfonsina se iba a llamar "Dos mujeres". Pero antes del estreno le cambian el título por "El amo del mundo". También le modifican otras cosas y ésto indigna a Alfonsina, quien deja de ir a los ensayos. Luego la obra es muy criticada.
Lumerman la hizo volver a palpitar.
Si me sirvo del título original, debo decir que en la de Lumerman las mujeres son tres, porque a Márgara y a Zarcillo[3] se les suma una tercera mujer que es Mara, quien es encargada junto a su marido Gabriel, de estrenar la obra de Alfonsina de 1927, en la actualidad. Es la primera vez que ella es protagonista en un proyecto de su esposo. Encarnará a Márgara, alter ego de Alfonsina.
Mara (Paula Ransenberg, actriz que raja la tierra) y Gabriel (Lautaro Delgado, dueño de una presencia y una soltura descomunal) están en crisis. El no entiende bien por qué. Ella intenta hacérselo saber a lo largo del ensayo general. Le demanda probar cosas nuevas para el personaje de Márgara -reclamo que resuena con lo reprimido en la obra de 1927-, pero siente que él le ordena cómo tiene que hacer las cosas. A su vez dice que él no la ama como es, él ama a la mujer que él cree que ella es. La obra, que termina con Mara anunciando que se quiere separar, se entreteje con el guion de la original.
En "El amo del mundo" los personajes centrales son tres: Márgara, Zarcillo y Claudio. Zarcillo, de 18 años, representa "lo infantil o indomable en una mujer que dice todo lo que se le pasa por la cabeza". Se ha acostado con un joven y le pide a Márgara (mayor que ella) que mienta por ella y que oculte este hecho, para ayudarla a casarse con Claudio. Él estaba destinado originalmente a casarse con Márgara, pero ésta ha decidido revelar una verdad, que Carlitos (otro personaje de la obra) es su hijo. Y ella sabe que ante una verdad así, -la de ser madre soltera-, no puede anhelar casarse.
Al contarle esa verdad a Carlitos, nos encontramos con los dichos más hermosos de la obra. Ella le pregunta al hijo si sabe cómo es la vida, y éste le dice que la vida "es una cancha en la que todos quieren ganar". Márgara responde que sí, que es cierto, que todos quieren ganar, pero que ella quiere enseñarle sobre la vida… y no sobre las apariencias. Le habla de la diferencia entre la estrechez del alma del hombre y la amplitud de la vida misma, como lo es la diferencia entre el río y el mar. Y agrega que para vivir es necesario matar lo feo que tiene el hombre: su amor propio, su egoísmo y su voracidad. El hijo, en una escena sumamente emotiva, responde que él quiere aprender con ella.
La loba
Si la astucia, la audacia y el secreto son de lo femenino, no dudo en pensar a Alfonsina de este modo. Más allá de la melancolía que pudo haberla llevado a sus momentos oscuros, de cansancio o estrés -llamados por ella misma estados neurasténicos-, más allá de cierto uso de su identificación a personajes masculinos importantes en su vida, Alfonsina fue una mujer sin dudas audaz.
Nacida en 1892 en Suiza, con un padre alcohólico que no puede mantener el estatus económico familiar y que en la adolescencia de Alfonsina se deja morir, la familia queda en un estado de pobreza. Alfonsina consigue trabajo en una fábrica y luego, a pesar de no tener el título secundario, exige que la tomen en un colegio como maestra. También prueba como actriz, impulsada por su madre quien de joven había pertenecido a una compañía teatral.
Comienza a sus 12 años a escribir poemas, reflejando a una de las primeras poetisas en escribir a partir del modernismo (esto quiere decir, reflexionando sobre sentimientos y características de sí misma). Por ejemplo:
Al mirar mis mejillas, que ayer estaban rojas
He sentido el otoño; sus achaques de viejo
Me han llenado de miedo; me ha contado el espejo
Que nieva en mis cabellos mientras caen las hojas
Pide prestada, para publicar su primer libro de poemas, una suma que sabe que jamás devolverá. Se hace amiga de José Ingenieros, de Gabriela Mistral, de Quinquela Martín. Pero especialmente de Horacio Quiroga, amante, pero sobre todo un amigo muy íntimo. Quiroga viene de una familia con múltiples suicidios y también él elige ese final (debido a una enfermedad terminal), poco tiempo antes que Alfonsina le siguiera los pasos.
Le descubren un cáncer de mama tras el impacto en el pecho de una ola, que le causa mucho dolor. La operan, pero cuando el cáncer retorna, Alfonsina planea su suicidio en Mar del Plata. Se tira de una escollera en el Club Argentino de Mujeres, en 1938, dejando un poema para cuando se anuncie la noticia al día siguiente.
Como cuenta la obra, la audacia de Alfonsina no consistió solamente en su literatura brillante y en hacerse un nombre en un mundo de hombres. Tampoco en sus amistades, en ser maestra a pesar de no tener el título o en publicar sin tener un peso; o en vivir su sexualidad libremente (parece que los hombres jóvenes fueron siempre objeto de su pasión). Ella fue madre a los 18 años, tuvo el hijo de un amante a quien amaba, pero que era un hombre casado -resonancia con Zarcillo, y mientras escribo me doy cuenta de que ella también es Alfonsina-. Tuvo la astucia de no hacer una causa pública sobre su maternidad, fue una especie de secreto, no lo contaba ni lo daba a ver, lo contó como parte del personaje de Márgara en la obra recién citada -y quizás por eso recibió todas las críticas-. Siempre se ocupó de su hijo y habla así sobre su maternidad en uno de sus poemas:
…Yo soy como la loba.
Quebré con el rebaño
Y me fui a la montaña
Fatigada de llano.
Yo tengo un hijo fruto
del amor, fuera de ley.
Yo soy como la loba, ando sola y me río
Del rebaño. El sustento me lo gano y es mío
Dondequiera que sea, que yo tengo una mano
Que sabe trabajar y un cerebro que es sano
El hijo y después yo, y después… ¡lo que sea!
Si lo femenino es entre centro y ausencia, entre madre y mujer, tal como lo formuló Gabriela Grinbaum en el último Congreso de la AMP[4]… encontramos lo femenino de Alfonsina entre Zarcillo y Márgara, entre poetisa y madre, o como dice ella, entre el río y el mar.
NOTAS
- Delgado, J., "Alfonsina Storni. Una biografía esencial", Buenos Aires, Debolsillo, 2010.
- Lumerman, F., "El amo del mundo (Sobre el texto teatral El amo del mundo, de Alfonsina Storni)", estrenada en el Teatro Regio en 2021.
- Las dos mujeres, personajes centrales de la obra original.
- Grinbaum, G., "Las mujeres entre ellas", intervención en la Gran Conversación Virtual Internacional de la AMP, marzo 2022. Texto citado con la autorización de su autora.