Chicas en tiempos suspendidos de Tamara Kamenszain

"las mujeres no escribimos
para convencer a nadie.
Por eso la poetisa que todas llevamos adentro
busca salir del clóset ahora mismo
hacia un destino nuevo que ya estaba escrito
y que al borde de su propia historia revisitada
nunca se cansó de esperarnos."[1]

Lo escrito estaba en suspenso. Y sin embargo, sin embargo, el último poema de Tamara Kamenszain arriba vibrando en nuestros cuerpos.

En el sin embargo está su letra, así como en los puntos suspensivos está la V de César Vallejo[2] –uno de sus grandes maestros le enseñó a Kamenszain esto-.

En la EntreLibros número 20, Florencia Dassen toma el término en suspense de Lacan, y dice que se conecta con "la sustancia de goce, lo real, o un índice de real y una forma de tiempo. ¿Atemporal? ¿Intemporal? (…) ¿cómo puede entrar lo atemporal en lo temporal?".[3] Kamenszain nos lo responde en su libro: el tiempo que hizo falta para que la poetisa saliera del clóset, no fue sin la materia en suspensión del orden de lo escrito que ya era borde de este destino.

Encontramos en Chicas en tiempos suspendidos -el último libro de su vida- a Alfonsina, a Idea, a Delmira, a la palabra femicidio, al aborto legal, al lenguaje inclusivo, a la pandemia, a las abuelas.

Pero permítanme compartirles esta reflexión que debería importarnos a todos aquellos que transitamos el largo camino de un esfuerzo de poesía:

"Y sin embargo y sin embargo concluyo ahora
que lo que empieza como poesía
debiera poder terminar como poesía (…)"[4]

¿No resuenan acaso estas palabras con la tarea de un psicoanálisis, la de tocar algo que no cierre en un sentido? Este libro-poema lo logra. Y nos dice algo, no solamente sobre las poetisas silenciadas que ahora nos hablan. También lo hace sobre un tiempo atemporal, el del poema y el de lo femenino, que es muy diferente al de una novela.