Logo EntreLibros
#24 | JUNIO 2023 | Sumario

Entrevista a Gisela Galimi

Por Mariana Schwartzman

Entrelibros entrevistó a Gisela Galimi, escritora, poeta, docente y periodista. En 2022 publicó "Una palabra tuya bastará para sanarnos" por Alfaguara. Se trata de un libro autobiográfico en el que narra la historia de su relación con la lepra. Padeció la enfermedad entre los 11 y los 20 años, sin saberlo, ya que los padres mantuvieron el nombre de la enfermedad en silencio. Algo del tejido del silencio comienza a desatarse a partir de un ejercicio en una Maestría, donde tiene que relatar un hecho autobiográfico. Y continúa deshilvanándose a partir de algunos sucesos: un análisis lacaniano; el nido vacío y la muerte de su padre; pero principalmente al recoger una serie de testimonios de personas que padecen o padecieron lepra y que le permiten llegar a la escritura de este libro.

-Entrelibros: La primera pregunta que queremos hacerte es por qué elegiste escribir una autobiografía, y también que nos cuentes acerca de los talleres que das de no-ficción.

-Gisela Galimi: Lo primero tiene que ver con algo que yo creo, que es que todas las personas tenemos algo para contar. Si uno tiene la paciencia para esperarlo, para esperar a las personas, siempre te dicen algo que te devela una verdad que te conmueve.

Yo sentí que tenía algo para contar. Como cuento en el libro, me enojé al pensar que hay gente que sigue usando la palabra "lepra" como sinónimo de mala persona o de indeseable, o con un montón de connotaciones que se traen del pasado. Entonces dije "yo acá tengo casi una obligación", por todo lo que pasaron mis padres ocultando esta palabra, porque hay gente que sigue sufriendo con eso. Yo tengo un solo don en la vida, que es el de escribir. Sentí que tenía algo para decir, y creo que uno tiene que escribir cuando tiene algo para decir. Se trata de cómo encarar desde lo verdadero la escritura. Después está el disfrute estético, el modo de mirar, el potenciar la creatividad... Pero cuando uno tiene algo para decir, sale otra cosa. Eso era lo que yo tenía para decir, por eso salió autobiográfico.

También me interesó que no fuera sólo mi historia, porque tampoco sentía que tenía una historia de cien páginas. Por eso la búsqueda de los otros casos para hacer algo más colectivo. No sólo quedarse en el propio dolor o la propia experiencia, sino poder entender que eso atraviesa a toda la sociedad.

-Entrelibros: ¿Vos pensás que se encara la escritura a partir de una verdad?

-Gisela Galimi: Yo creo que sí, o que se consigue una verdad escribiendo. Porque hay algo que pasa, que es lo mismo que pasa en terapia, que hay un momento en que uno afloja. Uno empieza creyendo que va a conducir la escritura, y hay un momento en que la escritura lo empieza a manejar a uno. Es la misma situación que el análisis.

Y eso ocurre con la escritura de largo aliento, no pasa si vas a escribir una página. Hay una puertita que se abre y de golpe escribís cosas que después leés y decís "¡mirá lo que escribí!". Devela verdades, me parece.

-Entrelibros: Es interesante lo que decís de la espera…

-Gisela Galimi: Hay que esperarlo, hay que tenerle paciencia. A veces viene gente a los talleres a que los acompañe a escribir historias y están muy apurados. O vienen con una historia escrita y me dicen "yo quiero esto", o "la leemos y ya está". Yo les digo "no, si yo te voy a acompañar, la leemos y la vamos viendo". Porque no se trata de corregir las comas, se trata de los personajes, de qué están armados, qué les pasa. Es un trabajo lento entrar a escribir.

Yo doy talleres de poesía y de no-ficción, y en la no-ficción intento acompañar a las personas a escribir la historia que quieran contar, que puede ser una historia personal o no.

-Entrelibros: ¿Cuál es la diferencia entre la autobiografía y la autoficción?

-Gisela Galimi: La diferencia es que la autoficción puede incluir ficción. A partir de una situación biográfica uno puede jugarle una ficción, que es súper interesante, porque hay mucha gente que quiere contar una historia pero no se anima. Ahí tenemos una diferencia grande con un análisis: no se anima a hacer pública su historia, tal como fue. La autoficción te permite jugar algunas cosas que no sucedieron y el pacto con el lector es: "hay algunas cosas que van a ser verdad y otras no, y no te voy a decir cuales".

-Entrelibros: Volviendo al tema de la verdad, antes de esta entrevista decías: "en mi libro no hay nada que no haya ocurrido de verdad"…

-Gisela Galimi: Es todo 100% verdadero. No inventé una palabra, salvo por el paso de la propia subjetividad, si es que es un modo de invención. Investigué hasta encontrar. Creo que donde el libro empieza a crecer, a dejar esta cosa sólo autobiográfica, y a convertirse en otra cosa, que es un poco transgénero -Alfaguara lo que me decía es que lo que le gustó es que no es ni una novela, ni un ensayo, ni una autobiografía, es una mezcla, no se sabe qué hice-, empezó a crecer cuando empecé a contar el proceso de cómo escribía el libro en la ausencia de los testimonios. Ahí empezó a convertirse en otra cosa el libro.

-Entrelibros: ¿Podrías decir algo más acerca de esa transformación de tu libro, y de que es un libro transgénero?

-Gisela Galimi: Una de las cosas que hoy se están viendo son escrituras que no son lineales, géneros que se empiezan a cruzar, que toman del teatro, que toman de la narrativa, que arman un lenguaje poético... Incluso en el cine, por ejemplo, películas que son documentales pero que también tienen ficción. La tecnología -la búsqueda de originalidad- hizo que se puedan mezclar cosas diferentes.

En ese camino yo buscaba testimonios para hacer algo más parecido a un ensayo, a una crónica de la enfermedad, y no aparecían. Nadie me quería hablar. Llegaba a un determinado lugar y una persona me decía "sí, toda mi familia tuvo lepra pero yo vivo en un pueblo pequeño y si lo cuento va a ser un desastre". Entonces el tema dejó de ser la enfermedad y pasó a ser el silencio.

Cuando me di cuenta que el tema no era la enfermedad, no era el relato de la enfermedad, sino el relato del ocultamiento, se transformó el libro. Empecé a moverme en otros espacios más de... no tanto de entrevista, sino de rosca. Un amigo colombiano, escritor, me dijo: "¡Es tan argentino tu libro! Cuando parece que no vas a decir nada más, das otra vuelta y decís otra cosa sobre lo mismo". Empezaron a llegar los testimonios...

-Entrelibros: Con respecto al silencio, hablás en tu libro de "una capa que no encaja con la imagen", y es una capa que decís que está tejida de silencio. El de tus padres que sufrieron el saber acerca de la enfermedad en silencio, su mirada compasiva, que vos interpretaste de una manera singular. Y contás cómo los hilos se van deshaciendo, cuando tu analista te cuestiona que no podés enojarte; cuando tu mamá te abraza al enterarte de que estás curada, y sobre todo con los testimonios de la gente que entrevistás. ¿Esos testimonios te permitieron una transmutación del silencio en palabra? Escribís: "no todo silencio se convierte en palabra, hay que parirlo". Y también situás que los testimonios te permiten ordenar o armar un pasado. Un pasado tuyo.

-Gisela Galimi: Un pasado mío y en parte no vivido, porque como yo no fui... mi mamá iba al Hospital Muñiz y yo no, porque me lo ocultaban, pero otros pacientes sí fueron al Hospital Muñiz. Entonces así como tenemos futuros posibles, un poco el planteo del libro es que hubiera habido otros pasados posibles si hubieran pasado otras cosas. Si hubieran hablado conmigo. Era otra época y lo cierto es que el silencio fue compasivo en mi caso.

Yo creo que la transmutación viene -voy a decir algo medio raro- un poco por el deber cumplido. Tenía que hacer esto y lo hice. Eso cierra para mí algo.

Hay distintas partes en el libro. La primera es que, para escribir, uno piensa un poco más y piensa un poco más y piensa un poco más, y todo esto que había empezado en el diván del analista, de pensar sobre la enfermedad y su silencio, sigue girando y sigue dando vueltas en el libro y entonces uno va como ubicando las piezas del rompecabezas. La operación de escritura es de por sí una transformación.

Pero después, hay un trabajo con los otros. Para mí es muy importante que la sensibilidad no sea sólo: "mirá lo que me pasó a mi". Porque si la sensibilidad es "ay, porque yo soy muy sensible y esto me duele" no sirve para nada. No ganás nada con eso. En cambio si esa sensibilidad sirve para escuchar a otro, para empatizar con el otro, para que otra persona comparta su historia y que esa historia le sirva a otro, es distinto. Me empezó a escribir gente de otros lugares que empezó a leer el libro y me decían "estoy acá, sentada en la plaza, gracias" o "mirá, yo también quiero escribir sobre lepra porque mi tío fue leproso, me acompañaste". O sea, la gente empieza de a poquito aflojar sus propios nudos. Y a mí me importaba, porque era algo que no estaba dicho.

-Entrelibros: Te importaba que fuera dicho.

-Gisela Galimi: Que fuera dicho. Tuve la suerte que me presentara el libro Ivonne Bordelois, que para mí es una referente, y ella dijo: "es un libro que trae esperanza en un momento donde no hay mucha esperanza". Me hizo bien escuchar eso, que se pueda cambiar un poquito de algo que yo sé y el resto no sabía, porque cuando yo digo que tuve lepra la gente me mira con una cara como de miedo, en general. Como "ah, y abajo de la ropa tendrá algo mal en el cuerpo" o "me contagiará". Y decir que se cura en seis meses, o poder nombrar, desdramatizar… pero no desdramatizar como se desdramatiza hoy, que mucho se desdramatiza como "no es nada, fluí". Desdramatizar después de haber atravesado el dolor.

-Entrelibros: En una parte escribís que podés armar un pasado a partir de hablar con toda esta gente, a partir de todos estos testimonios.

-Gisela Galimi: En un momento digo que, cuando me meto, entro en un pasado posible. No sé si armar un pasado, creo que también te permite -o a mí me permite- valorizar un montón lo que hicieron mis papás. Porque siento que ellos me cuidaron para que yo no pasara por esa historia -si bien históricamente también tuve suerte, digamos, me salvé del leprosario por la época en la que me enfermé- el hecho de que ellos fueran a un médico, estuvieran atentos, tomaran la decisión de cuidarme con el silencio. Algo que hoy la medicina no avala tanto. Hoy hay otras políticas, el derecho del paciente es saber. Hoy no sé si se entienden bien tanto las circunstancias de esas cosas, imbuidos por el derecho del paciente y la necesidad de saber para curarse.

-Entrelibros: Nos interesa mucho a los psicoanalistas la cuestión de los derechos y lo que eso produce en la subjetividad.

-Gisela Galimi: Muchas veces los médicos se preguntan: "¿cómo digo una verdad?". Por ejemplo, decirle a alguien que está enfermo de cáncer que ya no se va a curar. ¿Se lo decís, no se lo decís, cómo se lo decís? ¿Qué pasa con esa persona cuando le decís "bueno, mire, vamos a sacarle la medicina porque ya no hay nada que hacer"? Es fuerte. Desde un lugar puede ser la posibilidad de despedirse de sus seres queridos, pero no sé si todo el mundo está en capacidad de escuchar eso y tomarlo positivamente como una despedida. Hay gente que se desmorona. Conozco un montón de situaciones que van y lo dicen porque es el derecho del paciente. Yo no tengo la respuesta, solo sé que a mí el silencio me cuidó hasta que me dejó de cuidar.

-Entrelibros: ¿El silencio te cuidó hasta que te dejó de cuidar?

-Gisela Galimi: Había un momento de mi vida en el que por ahí era necesario no decir porque era una niña, tenía 11 años, y estaba bien que mis padres tomaran esa responsabilidad. Cuando me lo dicen a los 20, por ahí hubiera sido bueno tener unas herramientas armadas desde el sistema para que yo pudiera entender mejor el proceso. Lo único que pasó es que me lo dijeron. Lo estoy pensando ahora, hablándolo con vos. Pero si ese equipo hubiera trabajado con psicólogos para acompañar ese proceso de "la verdad", me parece que hubiera sido enriquecedor. Y lo digo humildemente, eh, es solo una opinión de escritora.

-Entrelibros: En un poema de un libro tuyo que se llama "Mi cuerpo ajeno", te referís al amor como lo que une y lo que teje. Pensaba en esto de tus padres y de su silencio, como algo amoroso.

-Gisela Galimi: Amoroso, de cuidado y, sí, con la capacidad de unir. Estaban solos mis padres. Está solo el que está enfermo, en el sentido de su subjetividad. Y a veces es el amor el único que permite unir estas soledades dolorosas. El médico que les habla a mis papás, el médico de mi pueblo, que les dice "ese libro es mejor que no lo lean"... Es la situación amorosa la que permite unir lo doloroso.

-Entrelibros: Un tejido.

-Gisela Galimi: Es un tejido, sí.

-Entrelibros: Vos escribís que a la palabra "lepra" la hiciste letra. También decís que es una palabra que sigue enferma y que es lo que vos intentaste captar en la gente que entrevistaste. De hecho tu libro termina con la frase: "una palabra compartida bastará para sanarnos".

-Gisela Galimi: Como los psicoanalistas saben y los comunicadores también, uno dice una cosa y el otro escucha otra. Me pareció que había que restituir un significado compartido desde algún lugar, pensar en algún significado compartido actual. El vocablo quedó antiguo, tiene una significación detrás, una simbología, que no concuerda con la enfermedad hoy. Yo quería eso: renombrar, que el nombre hoy diga para la gente otra cosa. Por eso para mí es importante la difusión de este libro.

-Entrelibros: Un sentido nuevo, construir un significado compartido…

-Gisela Galimi: Yo siento que no pasa solo con la lepra, que hay muchas cosas que hay que reconstituir desde la palabra, que hay muchas palabras que quedaron viejas para nombrar. Y no sólo a nivel enfermedades, que hoy tienen otras curas. Susan Sontag lo dice sobre el cáncer, que no es una sentencia a muerte hoy. Hay muchas otras palabras, por ejemplo "amor" no es lo mismo que hace cien años. "Amistad" no es lo mismo que hace cien años.

Cada uno tendrá sus palabras para renombrar. Un poco esa es la propuesta también que queda abierta en el libro.

-Entrelibros: ¿Por qué hiciste un análisis lacaniano y cómo te serviste de tu análisis para escribir este libro?

-Gisela Galimi: El análisis lacaniano me vino de parte de una amiga que era analista lacaniana, y como casi todas las cosas buenas de mi vida, me vinieron por amor. Ella me recomendó a una colega y así empecé mi primer análisis, que fue lacaniano. Después hice otras terapias.

¿Cómo me serví para escribir este libro? A mí me encantó la idea del malentendido. Si bien como comunicadora yo lo tenía esto de que uno dice una cosa y el otro entiende otra; también me encantó la idea de que hablar pudiera sanar. Me parece que me serví desde ese lugar, de incorporar ciertas herramientas analíticas que no solamente me sirvieron en el libro, sino también en un montón de cosas que después uno va haciendo en la vida, y que se sirve de esa idea de que "ahh, puede ser un malentendido".

-Entrelibros: Te gustó la idea del poder sanador de la palabra, pero también decís algo muy interesante, que es que te convocó la idea de que vos te ibas a sanar a partir del encuentro con tu propia voz.

-Gisela Galimi: Eso es impresionante, alguien que escucha, replica, hace eco y ordena lo que estás diciendo. No es la palabra ordenada, más bien es como algo que deshilvana ¿no? deshilvana, desanuda, que pone en blanco sobre negro lo que estás diciendo.

Y eso me pareció poderoso, la posibilidad de escucharse, de tener un espacio para escucharse. Yo siento que hay mucha gente que todavía hoy tiene miedo de analizarse, y siempre les digo "no te asustes, ¡no va a pasar nada que vos no digas!".

-Entrelibros: ¿Pudiste constatar en el momento algún efecto que haya tenido en esta gente el testimoniar sobre la lepra?

-Gisela Galimi: Creo que en las diferentes personas operó distinto. Yo no seguí teniendo vínculo con ellos, salvo con el colombiano que me decía que escriba mi historia, muy cariñoso. No sé si a ellos les sirvió para cambiar su percepción, porque yo los escuché, los dejé hablar, o los acompañé a hablar. Pero sí creo que fue lindo para mí y también para ellos el encontrar un par. Estábamos con mi profesor, yo lo cuento en el libro, y me levanté un poquito así la falda y le mostré dónde es que tengo acá en la pierna la baciloscopia y él me mostraba dónde la tenía él, en el brazo. Otra señora me decía "yo tomaba rifadina", y yo también. No conozco a nadie que haya tomado ocho años de antibióticos, salvo esa gente. Entonces, de golpe, encontrar un par. Un par de eso. Es como exótico tener lepra hoy en día, es raro, no hay mucha gente que diga "yo también". Entonces encontrar pares a mí me hizo muy bien y creo que a ellos también. No es un tema del que ellos tampoco hablaran, salvo la señora que vivía en el leprosario, que creció en ese ambiente. No me animaría a hablar de las transformaciones personales pero a mí me hizo muy bien encontrar pares. La familia ampliada, un conjunto.

-Entrelibros: Para vos es importante unir.

-Gisela Galimi: Sí.

-Entrelibros: Y la última pregunta nuevamente tiene al silencio como tema "vedette". Decís que llegaste a eso, que no fue tu idea previa y que incluso a tu lepra podrías pensarla como un "silencio", o algo así, como lo innombrable, como "lo que crece subterráneamente y que hace de algunas partes del cuerpo algo que no se siente". También situás que la materia del libro es el cuerpo que no se siente pero también el que se siente, unido a la belleza. Me pareció una definición divina, que dice muy bien lo que es este libro. La pregunta sería, ¿escribir tu libro, cambió algo de cómo vos sentís el cuerpo?

-Gisela Galimi: Qué interesante. No sé si cambió cómo siento el cuerpo pero sí revalorizó la sensibilidad. Tener una parte del cuerpo que no se siente es rarísimo. Y la sensibilidad está muy desvalorizada en esta sociedad. Hay una palabra que yo detesto que la gente dice: "vos sos intenso". Es como... tenés que ser pragmático, si hay un dolor fluí, no es nada.

-Entrelibros: Y las mujeres lo padecemos más eso, ese estigma.

-Gisela Galimi: El estigma de ser intenso, el imperativo de la felicidad, "tenés que ponerte bien". Y no, ¡no tenés que ponerte nada! Ser sensible es un estigma también, en un punto. Creo que es falso, que te hace síntoma por otro lado, que te terminás enfermando.

Entonces en un punto, escribir sobre toda esa insensibilidad... Yo tengo dos marcas acá: apoyé el brazo en cigarrillos calientes, y no sentí eso, me di cuenta cuando olí el olor a quemado. Me sirvió quizás para entender que la sensibilidad es un don y que cuando te ponés en modo insensible, pragmático, te perdés del registro. Físico pero también emocional. No sé si a partir de ahí pude sentir el cuerpo distinto. Creo, sí, que a partir del análisis pude "autopercibirme", como dicen ahora, que no era una mujer fea. Tampoco creo que sea hermosa, pero digo, normal (risas). Entonces creo que con la terapia cambió la percepción del cuerpo y con el libro, rosqueándola, cambió un poco la percepción de lo importante que es la sensibilidad. No como un lugar -que ya lo dije antes- de auto... de "ay, qué sensible que soy", sino como de girarla y poder ver a los otros con sensibilidad.

-Entrelibros: Pero entonces lo que cambió tu relación con tu propio cuerpo fue el análisis.

-Gisela Galimi: Sí.

-Entrelibros: La escritura más bien cambió bastante tu relación con los otros, con el otro.

-Gisela Galimi: Puede ser, sí. O intentó. Por eso es importante también saber del dolor del otro. Eso el análisis a veces no te lo da. No quiero ir en contra de los analistas pero...

-Entrelibros: Podés ir en contra.

-Gisela Galimi: Es un espacio muy individual. Entonces, si bien incorpora obviamente de a poquito el otro, a veces escuchar en vivo lo que el otro sufrió, parecido a uno, te ubica en otro lugar.

En el análisis te tenés a vos mismo... ¡Ay! Estoy diciendo un montón de cosas que parece que supiera y no sé nada de eso. No quiero sonar pedante. Lo que digo es que uno en el análisis está hablando de uno y escuchándose a uno. Y el analista, por lo menos en mi experiencia, va tratando de bajarte un poco de ese uno, y entrando en el "todos". O así lo viví yo. Pero cuando de verdad te encontrás con alguien que pasó por lo mismo, y en vez de sentirse gorda (como me pasó a mí con la mirada compasiva de mi mamá) vivió veinte años en un leprosario… Si eso no te dispara entender que lo que te pasó a vos fue una cosita así chiquitita, frente a lo que le pasó a los demás… Eso te tiene que dar otra sensibilidad social con respecto al dolor.

Entrelibros: Entonces, en ese punto, el encuentro con los otros que sufrieron el encierro en un leprosario o el estigma por el nombre de la enfermedad dicha, no silenciada, en un punto sí reordenó tu pasado. Pero no en el sentido de haberte dado un pasado, sino que desató ese nudo de silencio de tu pasado.

Gisela Galimi: Sí, sí, en punto lo reordenó. Gracias.

Entrelibros: ¡Muchas gracias a vos por la entrevista!

Entrevista realizada y establecida por Mariana Schwartzman