Si mi biblioteca hablara
Si mi biblioteca hablara seguramente estaría maldiciéndome. Pidiendo a gritos que la saque de esas cajas en donde está embalada desde la última mudanza hace ya 5 años. Tal vez las viejas enciclopedias heredadas de mis padres sientan que ya han pasado a mejor vida. Puede también que Borges y Cortázar hayan limado asperezas y, si tuvieron la suerte de encontrarse en la misma caja, concurran con frecuencia al Bar del Infierno de Alejandro Dolina. A lo mejor, quien dice, Siddhartha haya regresado a una vida mundana saltando a las páginas de algún libro de Charles Bukowski y sin lugar a dudas filósofos antiguos y modernos habrán tenido suficiente tiempo para pensar y repensar todas sus cavilaciones.
Pero si algo de suerte tienen estos pobres libros encerrados desde hace un lustro es que forman parte de la biblioteca de un músico. Y aunque no estén en la misma caja siempre llegarán de una a otra las melodías de un saxofón de Coltrane, la trompeta de Miles Davies, el bandoneón de Piazzolla, las guitarras de Hendrix o las armonías de Los Beatles porque de todos los libros que hay en mi biblioteca, en su gran mayoría son sobre música, desde historia, métodos, técnicas, teoría, solfeo, bibliografías de artistas de diversos géneros musicales, etc. Lo que me permite concluir que si bien el carácter visual está muy presente a la hora de la lectura, esta termina siendo una biblioteca bastante auditiva.