#26

Acción Lacaniana, una osadía serena

Entrevista a Graciela Brodsky[1]

Introducción

A la luz de lo que constituye el corazón de la Biblioteca y su función en la Escuela, nos pareció fundamental retomar una serie de respuestas de Graciela Brodsky sobre la "acción lacaniana". La autora amablemente reformuló, para nuestra publicación, la presente entrevista esclareciendo aún más para nosotros este tema y sus implicancias. Esta fue realizada para la Revista Virtualia nº 8 por Silvia Baudini.

¿Por qué este texto hoy? Porque no queremos que nadie se pierda las perlas que encontramos en él, y porque en cada nueva escritura y lectura su contenido se reinventa. Esto no es un empezar desde cero ya que, como dice Miller, "Cuando afirmamos, por ejemplo, que Manet o Picasso reinventan la pintura, entendemos, por el contrario, que ellos han adquirido lo esencial de la historia de la pintura para poder, precisamente, hacer algo nuevo"[2]

¡Buena lectura!

¿Cuándo Miller habla de acción lacaniana la ubica en un registro de acción poética, como eso se efectúa en la práctica?

La poesía no es hablar en rima; tampoco -como indica Lacan-, es decir cosas bellas, porque no tenemos cosas bellas para decir; mucho menos es convertir el decir en puro verso. Poesía es poiêsis, creación. En la orientación lacaniana la poesía está más cerca del Witz que del alejandrino.

"¿De qué manera la interpretación analítica puede hacer sonar otra cosa que el sentido común?"[3] La pregunta vale tanto para la resonancia que se espera de la interpretación en el acto analítico como fuera de él, cuando el psicoanalista busca hacer pasar las consecuencias de dicho acto al Otro social. Es lo que Jacques-Alain Miller llamó la "acción lacaniana"[4].

El hecho social, opaco a primera vista para quien está habituado a un lazo social "a mínima" que sólo precisa de dos para existir, puede no obstante ser descifrado, interpretado, incluso anticipado (y Lacan no se privó de hacerlo) con las mismas herramientas que guían al analista en su práctica.

A la acción lacaniana la orienta el discurso analítico. Se dirige al Otro, pero no a la masa. Busca en la multitud la brecha donde se aloja el sujeto y su goce. Más aún, crea la brecha por donde el sujeto puede retomar la palabra. Y cuando se dirige así al Otro social, su estilo no es de oratoria, es oracular, quiere ser descifrado; y su deseo -porque no hay acción lacaniana ni acto analítico si el agente no está animado por un deseo- es contrario a la identificación unificadora, a la que busca hacer caer.

Prácticamente ¿en qué consiste? Eso es cuestión de táctica, y las bibliotecas de las Escuelas pueden jugar un papel importante si se interesan por lo que otros publican, por lo que la ciudad lee, por la interlocución con otros discursos atravesados por el mismo contexto. No estamos solos. La táctica se decide "caso por caso" (me disculpo por el eslogan), vez por vez. Y como en el acto analítico, todo depende de las consecuencias, no de las intenciones.

¿La acción lacaniana, no es una acción común (del sentido común), cómo la definirías?

Tradicionalmente –quiero decir desde Aristóteles- la acción (praxis) se distinguía de la reflexión intelectual (teoría) y de la creación (poiêsis). Es difícil sostener esta división hoy en día. Los intelectuales generan plusvalía, los trabajadores vuelven a ser artesanos (en el mejor de los casos), y la acción evoca consignas vaciadas de contenido "Acción, Acción, Acción ..." ¿Recuerdan? En fin, las nuevas condiciones del trabajo han hecho tan caduca la distinción de Aristóteles como la de Marx.

Aun así, ¿qué podemos rescatar para orientarnos? Digamos que la acción interviene sobre las relaciones sociales, modifica el contexto, es pública, está sometida a la exterioridad, a la contingencia y al rumor de la multitud, para usar las palabras de Paolo Virno. Como se ve, no es exactamente lo que pensaba Lacan en el año 1964, cuando definía a su Escuela como "refugio contra el malestar en la cultura"[5].

Si a lo propio de la acción se le suma ahora el adjetivo "lacaniana", lo que resulta es una acción que se realiza con la pluma y la palabra: me refiero a una palabra sutil, que se atrapa al vuelo, que hace cosquillas y aviva la risa.

En una Noche del Consejo sobre este tema se habló acerca de un comentario en una reunión de intelectuales sobre la situación social del país de porqué la Escuela de la Orientación Lacaniana debería interesarse por lo social, ¿qué respondemos?

Recuerdo haber dicho en Bruselas que no existe una definición de la Escuela dada de una vez y para siempre. Existe la Escuela de los trabajadores decididos y la Escuela de los practicantes, la Escuela Sujeto y la Escuela causa del deseo, la Escuela Una y la Escuela no-toda.

Digamos que el resurgimiento brutal del S1 a nivel global configura una ocasión propicia para que los psicoanalistas lacanianos digan lo que les enseña el discurso al que sirven.

¿Por qué ahora? La interpretación es siempre cuestión de kairos, de oportunidad.

Poiêsis y kairos, poesía y ocasión, los poderes de la palabra y los usos del lapso. Entre esos faros pasa la acción lacaniana.

Miller dice, "me atrevería a decir acción lacaniana", ¿es que esto implica una osadía hasta ahora inédita, un más allá de la neutralidad analítica?

Si, más allá de la neutralidad analítica la ética del psicoanálisis supone tomar partido dentro y fuera del consultorio.

Tomar partido contra los ideales del amor humano, de la autenticidad y de la no-dependencia; contra la identificación masificadora, contra la soledad posmoderna, contra la dirección de conciencia; contra la tentación de hacer del Otro "un patrimonio personal, a plasmar por él su destino, a imponerle nuestros ideales y, con la arrogancia del creador, a complacernos en nuestra obra luego de haberlo formado a nuestra imagen y semejanza"[6].

Tomar partido a favor del sujeto; de su goce singular y de su síntoma, que todavía puede poner un límite a lo peor.

¿Una osadía? Supongo que Miller dice "me atrevería" porque siempre es cauto cuando introduce una noción que no pertenece al vocabulario lacaniano. Lacan distingue el acto de la acción, y más de una vez asimiló esta última al orden de la motricidad y la descarga. Entonces, si alguien quiere ir a buscar donde Lacan habla de la acción lacaniana, no lo va a encontrar. En ese sentido sí, es una osadía, pero una osadía serena, en el sentido de Heidegger.

¿Inédita? No, la historia del psicoanálisis se hizo gracias a la osadía de algunos. Se trata de ocupar un lugar digno en esa historia y de escribir, con otros, un nuevo capítulo.

Graciela Brodsky

Entrevista realizada por Silvia Baudini - Julio 2003

NOTAS

  1. Esta entrevista realizada a Graciela Brodsky para la Revista Virtualia nº 8 por Silvia Baudini.
  2. J.-A. Miller. Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, "Analista de su propia experiencia", Grama, Navarin Editeurs, Buenos Aires, 2022, p.151
  3. J. Lacan , L'insuL'insu que sait de l'une-bévue s'aile à mourre, 19 de abril de 1977, inédito.
  4. J.-A. Miller. Un esfuerzo de poesía, "La utilidad directa", Paidós, Buenos Aires, 2016, p.171
  5. Lacan, J., Otros escritos, Acto de fundación, Buenos Aires,Paidós, 2012,p 247.
  6. S. Freud, Obras Completas Tomo XVII, "Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica", Amorrortu editores, Buenos Aires, p. 160