Los libros que faltan
¿Cuál sería?
Bailarín de Lindy Hop. Ingeniero
Mi biblioteca, como la biblioteca de la mayoría de las personas, creo que es un camino. Particularmente me di cuenta que tengo libros de todas las etapas de mi vida.
Entonces, empieza con novelas, novelas de ficción, particularmente novelas fantásticas como El Señor de los anillos o La historia interminable en mi infancia, mi primera década, y seguido después por muchas, muchísimas novelas policiales que me llevaron al primero de los dos caminos que tomé: uno fue mi pasión por resolver problemas, pasión que eventualmente llevó a otros nuevos libros, libros de ingeniería, de matemática… libros que si bien algunos son universitarios, muchos tienen que ver con enfoques lógicos de problemas cotidianos.
Después, lo que pasó fue que toda esa inteligencia puesta al servicio de la resolución de problemas, me llevó a sentir que no era suficiente… Con lo cual tenía en ese momento otros libros de ficción, muchos que eventualmente devinieron en obras de teatro… Allí empezaron los dos caminos: el del arte y el de la ingeniería.
¡Tal vez el arte por recrear un poco de esa infancia en la cual todo era posible y creativo en las historias fantásticas y la ingeniería, con esa virtud de que el conocimiento nos dé respuestas absolutas, respuestas que, al final, yo no veía… respuestas que tenían que tener algún tipo de resultado -pero me di cuenta de que el tema es que el resultado siempre tenía que ver con las personas!
Ya en mi segunda década, mi biblioteca empezó a poblarse con algunas cosas infantiles, como historietas, cómics y cosas por el estilo porque empecé a necesitar la imagen. Y me di cuenta que uno puede poner el arte en cualquier cosa que hace. Así, en mi biblioteca empecé a tener libros sobre improvisación, libros sobre neurociencias, sobre creatividad y cosas por el estilo, aplicables a la ingeniería, a la programación y a la gestión.
Me di cuenta entonces; que cada cosa que yo hacía lo hacía pensando en qué iba a sentir la persona que iba a estar utilizando lo que sea que yo resolviese (ya sea un programa o sea una decisión…). De la misma manera que me pasaba cuando empecé a actuar y bailar, lo hacía pensando o tratando de ponerme en la piel de la persona que bailaba o interactuaba conmigo o que era un espectador de lo que yo estaba haciendo.
Ahí fue donde mis bibliotecas y mi vida también se alinearon para hacerme dar cuenta de que el arte -siendo artista en lo que sea que uno hace- lo pones en todo.
Puede ser que lo pongas en un canal completamente explícito, como en mi caso es la danza, pero mientras hagas algo que realmente te genere pasión o amor -en mi caso, la ingeniería también lo hace- existe también arte en eso… simplemente por la manera en que lo haces. Entonces, ahora mi biblioteca se llena de libros, sobre todo, historia de la danza, de lo que bailo yo, libros sobre la cultura de los que me antecedieron bailando (me refiero a los orígenes del baile, de los bailarines y las bailarinas), de qué era lo que cruzaba a la gente que bailaba antes que yo, de la misma manera que a mí ahora me cruza todo esto que estoy contando.
En definitiva, mi biblioteca, pensándolo ahora que lo cuento en un solo texto o en una sola voz, es ese camino desde el nene torpe e incomprendido que era, que buscaba fantasías y que creía que se podían crear fantasías y, al mismo tiempo, el nene que creía que la salvación era poder resolver problemas, problemas de las demás usando la inteligencia.
Desde ese nene hasta ser hoy por hoy, un ingeniero que dedica su vida al baile.